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Voluntariado internacional en Perú. Abril-Junio 2013.

Laura Saloña

Laura Saloña

Bitácora peruana 29/04/2013

Siempre quise formar parte de un voluntariado. La edad en un primer momento, los continuos veranos en los que me quedaban asignaturas pendientes de la Universidad para septiembre, fueron siempre un impedimento para hacerlo. Éste era mi momento. La situación por la que estamos atravesando, la falta de trabajo, ... me cerró muchas puertas, pero me abrió otras más gratificantes. En momentos de crisis, y, en contra de lo que muchos podemos llegar a pensar, se nos ofrecen diversidad de oportunidades que si nos lo proponemos, podemos llegar a aprovechar. En mi caso, me dio el empujón para llevar a cabo uno de los sueños de mi vida. Hacer algo de lo que poder sentirme orgullosa y, egoístamente, buscar un crecimiento personal.

Considero que no existe mejor momento que por el que estamos pasando, para llevar a cabo labores que nos recuerden lo afortunados que somos, y aprender de quienes con poco, te lo ofrecen todo sin esperar nada a cambio. Ha sido una lección en mi vida fundamental, y sólo estoy empezando...

Opté por embarcarme en esta aventura sola, y para ser sincera, una vez tomé tierra en Lima, sentí que me había precipitado, que debí de esperar a alguien que me acompañase... Me sentía fuera de lugar... Era la primera vez que salía sola de mi país. De golpe, pensé que no era tan fuerte como creía, pero ya estaba allí y no había vuelta atrás. Soy humana, con todos los defectos que eso conlleva.

Pero mis miedos, una vez llegada a Ayacucho, uno de mis destinos, cesaron al ver la hospitalidad con la que me recibieron. Aquí aprendes de todo y de todos, y me temo que tienen más que aportarme a mí, de lo que yo pueda aportarles a ellos. Eso hace que te replantees si de verdad has venido a ayudar o a que te ayuden. En cualquier caso, es vital aprovechar al máximo la experiencia. Estar abiertos a diferentes formas de vivir, de pensar, en definitiva, convivir con diferentes culturas de las que podemos salir altamente nutridos.

La toma de contacto no pudo ser mejor. Al día siguiente de llegar, vinieron a recogerme para llevarme al colegio Fe y Alegría, una de las tantas labores tan importantes que se realizan aquí. La experiencia fue única y emocionante. Los niños me rodeaban y agarraban, y a la hora de marcharme no me dejaban hacerlo... Esto no ocurre en nuestras sociedades, donde no valoramos, ni enseñamos a nuestros menores a valorar cada día, cada momento, a cada persona. Una experiencia así te llena, pero te recuerda lo distanciada que te encuentras de la realidad, lo lobotomizados que estamos y lo poco que disfrutamos de cada segundo de cada minuto de cada día.

El domingo subiré a Pampa Cangallo, donde estaré de lunes a viernes y bajaré a Ayacucho los fines de semana. Estoy deseando llegar y poder colaborar con un proyecto de desarrollo digno de alabar. Al fin y al cabo, yo sólo estaré dos meses y regresaré a mi realidad. Pero las personas que luchan día a día por buscar una justicia y equilibrio social, son los verdaderos y únicos merecedores de admiración. Cuentan con la mía de manera incondicional.

La aventura continúa...

Laura Saloña 2

Bitácora peruana 13/05/2013

......Y efectivamente, la aventura continúa.

Ha pasado tiempo desde la última vez que escribí para la Bitácora, casi un mes. Tiempo en el que no sólo he podido afianzar todo el intenso sentimiento que esta experiencia me está reportando, sino que he aprendido a manejarlo, de ello depende que puedas seguir para adelante... Y es que, para ser sincera, me costó adaptarme al principio, pues se hace duro ver tantas necesidades, en especial con los niños..... y darme cuenta de que la intención utópica con la que vine de intentar solucionarles la vida o, por lo menos, facilitársela en la medida de lo posible, no es viable, es bastante frustrante... Cuando me vaya, todo seguirá igual. Es por eso que es tan urgente, importante y necesario que más voluntarios se animen a vivir esta experiencia...

Pero no todo es negativo, la experiencia hace que me sienta, en parte, por lo que he mencionado, realizada, y lo poco que puedes hacer por ellos te lo agradecen de manera sorprendente. Como ya comenté anteriormente, me están enseñando ellos más a mí de lo que yo les estoy enseñando a ellos... Qué paradoja, verdad?.

Para poneros en situación os cuento por encima las obras que aquí se realizan, y digo por encima porque siempre hay cosas nuevas por hacer...

En Pampa Cangallo, las labores son varias, desde la promoción y apoyo a los cultivadores de la miel, artesanos de la piedra, tejidos, ..., pasando por la ayuda a los niños y ancianos, el sector más desfavorecido y frágil.

Doy clases de inglés en el Instituto Fé y Alegría, donde tengo alumnos de entre 18 y 40 años; apoyo de lectura a un grupo de adolescentes (el nivel de la Sierra, a pesar de que ahora están aplicando la enseñanza obligatoria, es bajísimo, y si saben leer, muchos de ellos no lo entienden. Hay que tener presente que la gran mayoría son qechua hablantes, y el castellano es su segundo idioma); trabajo con menores en apoyo escolar y actividades de entretenimiento cuya finalidad es, además de aportarles un espacio familiar, sacarles principalmente de la calle, como pueden ser los talleres de música a cargo de Roy, clases de tenis (sí, de tenis, aunque la pista es de todo menos ideal, pero por lo menos se entretienen, que es la idea); también tengo la oportunidad de acompañar a alguno de mis compañeros, que trabajan permanentemente aquí, y de quienes aprendo también día a día, a otras zonas rurales donde se intenta reconocer e identificar las necesidades que pueden tener y en qué se les puede ayudar.

Existe también el proyecto de defensoría, de apoyo contra la violencia en el ámbito familiar o abandono de menores, tema que desgraciadamente está muy presente en estas zonas.

Y cómo no, siempre hay tiempo para disfrutar del impresionante paisaje peruano, como delata la fotografía que acompaña este texto.

Espero poder seguir pronto compartiendo con vosotros mis experiencias, y presentaros a quienes hacen esto posible.

Laura Saloña 3

Bitácora peruana 10/06/2013

No sé por dónde empezar para concluir esta bitácora, pues siento que con ello se esfuma esta experiencia que tanto me ha marcado. Y realmente es así, pues a penas me queda una semana más, que parece que sean minutos que he de exprimir como pueda.

Desde la última vez que escribí, he tenido la oportunidad de unirme a una nueva obra promovida por tres profesores de la región que, voluntariamente y empujados por el amor que sienten por su comunidad y las ganas de verla prosperar, decidieron mejorar los hogares de los más necesitados, muchos de ellos niños y adolescentes que viven solos. Quizás sea una de las labores que más me ha marcado, pues los resultados son inmediatos, y ver cómo esa pequeña ayuda que podemos aportarles mejora la calidad de sus vidas de alguna forma, es realmente realizador y gratificante.

Agradezco profundamente a Roy, profesor de la comunidad del que tanto he aprendido y un gran amigo para mí, que me tendiese la mano y me hiciese embarcar y ser testigo y partícipe temporal en tan admirable labor.

Mirando hacia atrás, parece increíble cómo esos miedos que me acompañaron al principio de mi aventura se han transformado en ganas de alargar mi estancia, y desearía poder hacerlo, por lo menos por unos cuantos meses más. Sólo me reconforta la idea de poder regresar en cuanto me sea posible.

Una parte de mí se quedará aquí, y conmigo quedará una inmensa parte de cada una de las personas que he tenido el placer, la suerte y oportunidad de conocer. Mis compañeros, mis niños, mis alumnos, mis vecinos y amigos, me han dado motivos de sobra para regresar a España con una sonrisa que acompañe a mis lágrimas y grandes recuerdos que me acerquen a ellos aún en la distancia.

Acompaño estas líneas con una imagen de algunos de mis niños, a los que tanto echaré de menos.

Gracias Ramiro y Fundación Salvador Soler por abrirme una puerta que ya creía cerrada.

Volveré...

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